domingo, 10 de junio de 2012

Entrada 9.2: Diferentes maneras de evaluar según el enfoque metodológico


A partir del enfoque comunicativo y funcional la evaluación cambia de manera significativa. Se considera la evaluación como una manera de mejorar el proceso de aprendizaje por lo que se empieza a utilizar la evaluación formativa (a lo largo de todo el proceso se evalúa al alumno para que este sea consciente de las necesidades comunicativas que tiene que mejorar) y continuada (no se juega todo a un examen final). Esta nueva fase la he experimentado en mi última etapa de estudiante en la Pompeu y en algunas clases de inglés fuera de España.

Ya no se trata de evaluar la competencia sino la actuación del alumno. por lo que se dejan atrás las evaluaciones normativas. También empieza a evaluarse más al alumno por su propio progreso (evaluación ipsativa).  Las evaluaciones se vuelven más subjetivas y pretenden imitar una comunicación real. Ahora es más difícil emplear una puntuación numérica y prima la evaluación cualitativa.


A partir de ahora, la lengua es un instrumento social y su evaluación pasa de ser individual a ser grupal por lo que empiezan los trabajos en grupo y la evaluación conjunta.  Esta etapa la he experimentado en mi última etapa de estudiante en la Pompeu. Aunque se sigue utilizando la heteroevaluación,  también se incluye alguna coevaluación (evaluaciones de los compañeros) y autoevaluación (nos autoevaluamos).  


Estas dos últimas las experimenté sobre todo en las clases de la asignatura de "Mètodes Empírics per a l'estudi del llenguatge"  de la Mª Dolors Cañada que realizamos a principios de este curso de Lenguas Aplicadas.

Qué exámenes, pruebas recuerdo y por qué?
 
Bueno, podría hablar sobre muchas pruebas evaluables que he experimentado.  Por ejemplo, la del Proficiency porque fue muy larga;  las pruebas de nivel que me tocaba pasar cada vez que me cambiaba de academia de lenguas, por su poca fiabilidad (Siempre percibía que me había tocado un grupo demasiado fácil o demasiado difícil).

Recuerdo, por los nervios que pasé,  las pruebas de lenguas para mi último y más importante trabajo en una inmobiliaria internacional .

Y como gran anécdota (me tendréis que perdonar pero esta vez no se trata de un examen de lenguas sino de la licencia de piloto privado) recuerdo la cara que se le quedó a mi examinador de vuelo antes de empezar el examen cuando tuve que desmontar  la avioneta (más concretamente el respaldo del asiento de atrás para ponérmelo en la espalda) porque de otra manera no hubiese llegado a los pedales.  El examinador se quedó atónito durante toda la prueba.  Seguramente, por eso aprobé.
Y se acabaron los exámenes!! 
 

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